La Lápida Templaria

La Lápida Templaria, elemento que da título a la obra y que genera la trama de la misma, es una piedra de mármol que se encuentra ubicada en un inesperado lugar que el autor desvela al final de la novela.

(…) Iba por el tercer peldaño cuando la descubrió.

Allí estaba, empotrada en el muro de la derecha, bajo el plano inclinado del segundo tramo de la escalera. (…)

La Lápida tiene grabada en su cara externa, mediante una mandala geométrica, el enigma de la Mesa de Salomón, que oculta la clave cifrada del dominio del mundo, el “Shem Shemaforash”.

En su búsqueda rivalizan un curioso y extraño grupo conformado por un excura, un profesor de universidad y una bibliotecaria; la logia masónica, “los doce apóstoles”; dos facciones del Vaticano, entre los que se encuentran los servicios secretos vaticanos; la secta judía lubavitch; y el servicio secreto israelí, el Mossad.

Una serie de elementos, que, tras una acción trepidante a lo largo de toda la novela, sorprende con un inesperado final.

Finalmente, la Lápida Templaria aparece en el propio Ayuntamiento de Arjona, llevada allí por un vecino que se la compró a un gitano de Granada y que la regaló al Ayuntamiento.

(…) En la lápida de mármol blanco, ocupando toda su superficie, la remota mano del marmolista Remigio Cobo había tallado una serie de círculos concéntricos que partían de un ajedrezado central. Cortando los círculos, el fino cincel había trazado una estrella de doce puntas. El conjunto formaba un entramado geométrico de líneas rectas y curvas que contrastaba con la vacía lisura de los márgenes en los cuales se distinguían tres solitarias letras hebreas, una arriba y dos a los lados, las tres letras madres de la cábala. (…)