Miradores de la muralla

Los escenarios de su infancia, el paisaje de su Úbeda natal y de las lejanías del valle del Guadalquivir, están continuamente presentes en la obra de Muñoz Molina, como el propio autor revela:

“(…) A mí me gustan muchos sitios, pero yo veo el paisaje del valle del Guadalquivir desde las murallas de mi ciudad y ese paisaje me conmueve de una manera de la que no me conmueve ningún otro. (…)”

Entrevista a Antonio Muñoz Molina. Revista Librújula. 25 de febrero de 2016.

Un intimismo revelado en muchas de sus novelas y donde los miradores de Úbeda le sirven de atalaya para desnudar las cualidades estéticas y de sentimiento que le provocan.

(…) me acuerdo del vértigo de asomarme a los miradores de la muralla y ver delante de mis ojos toda la hondura de los precipicios y la extensión ilimitada del mundo, las terrazas de las huertas, las lomas de los olivares, el brillo quebrado y distante del río, el azul oscuro de las estribaciones de la Sierra, el perfil de estatua derribada del monte Aznaitín (…).”

Antonio Muñoz Molina. El Jinete Polaco.

(…) También él, Solana, había mirado de niño ese espacio de ilimitada luz y regresado a él para morir, abiertas calles de Mágina que parecía que fuesen a terminar ante el mar y terraplenes como balcones acantilados o altos miradores marítimos desde donde se asomaba a toda la claridad del mundo no violado sino por la codicia de sus pupilas y las fábulas de su imaginación (…)”.

Antonio Muñoz Molina. Beatus Ille.